Desde que tengo capacidad adquisitiva propia, empecé a comprar libros que se han ido acumulando en mi biblioteca y muchos de ellos todavía no han sido leídos. Algunos de ellos han sido donados o vendidos porque cuando los compré fue por impulso o porque me llamó la atención la sinopsis pero les perdí el interés al poco tiempo de haberlos adquirido.
Hace catorce meses abrí mi librería virtual y en Julio del año pasado abrí sede presencial. Desde entonces, la lista de libros pendientes por leer ha aumentado y no puedo evitar emocionarme cuando llegan títulos sobre temas que me gusta leer.
Hace unos meses descubrí que existe un término japonés para personas como yo: Tsundoku. Como lector apasionado que soy, esta expresión me describe porque tengo la costumbre de adquirir libros que permanecen vario tiempo sin leer pero la sensación de saber que son míos me llena de felicidad.
Con el paso de los años, el impulso de comprar libros ha disminuido pero sigo siendo un Tsundoku y me siento contento de serlo porque la lectura me ha permitido desarrollar la imaginación y la creatividad.
En muchas ocasiones, me he dicho que voy a dejar de adquirir libros pero la pasión por la literatura impide que pare.
Si ustedes son Tsundoku como yo, no se avergüencen. La lectura es maravillosa y enriquece.